LA SEDUCCION DE LO INCIERTO

dice Lao Tse que cuando mencionas el Tao ese no es el verdadero Tao... La verdad sigue el mismo principio, cuando supones que finalmente la tienes entre tus manos se te filtra fácilmente entre los dedos como el agua... El pensar está lleno de trampas y nuestra herramienta central, el lenguaje, es precario, insuficiente... Por eso son los poetas y los artistas los que mejor consiguen acercarse a la esquiva Verdad, percibir sus destellos y compartirlos con nosotros... Los artistas son seres lúdicos, homo ludens, magos hábiles en la seducción de lo incierto, lo indecible..

martes, 15 de febrero de 2011

DARN THAT PRIZE

Cuando le dieron el premio Nobel en 1969 Sam Beckett se bloqueó en su departamento de Montparnasse y desconectó el teléfono... Probablemente sintió que debía ignorar esa distinción que no traía a su vida más que confusión mundana y el compromiso de jugar un rol social ajeno totalmente a su visión del mundo y del rol que debía jugar un escritor... Sam -cuenta Cioran- "nunca habla mal de nadie, ignora la función higiénica de la malevolencia, sus virtudes saludables, su calidad de purgativo. Nunca le he oído vituperar a nadie, amigo o enemigo. Es ésa una forma de superioridad por la que le compadezco y a causa de la cual debe sufrir inconscientemente. Si a mí me impidieran maldecir a la gente, ¡qué trastornos y tormentos, qué complicaciones en perspectiva!"
Para Cioran su entrañable amigo Sam Beckett "no vive en el tiempo sino paralelamente al tiempo. Por eso nunca se me ha ocurrido preguntarle lo que pensaba de algún acontecimiento particular. Es uno de esos seres que permiten concebir la historia como una dimensión de la que el hombre hubiera podido prescindir."
Cuando nos sumergimos en el mundo de Beckett nos percatamos que sus personajes no son simples fracasados o titeres descerebrados; son seres que han elegido conscientemente la senda del fracaso para eludir la predeterminación social: 
"Al ser humano se le ha hecho lo imposible para que elija. Para que tome partido, para que acepte a priori, para que rechace a priori, para que deje de mirar, para que deje de existir, delante de una cosa que simplemente habría podido amar, o encontrar fea, sin saber por qué. "
La filosofía beckettiana tiene su deuda con Arnold Geulincx cuando éste afirma: «Ita est, ergo ita sit» (Así existe, luego así es).

2 comentarios:

  1. "Con los escritores que no tienen nada que decir, que no poseen un mundo propio, sólo se habla de literatura. Con él raramente, de hecho casi nunca. Cualquier tema cotidiano (dificultades materiales, problemas de todo tipo) le interesa más, en la conversación, por supuesto. En cualquier caso, lo que no tolera son las preguntas como: «¿Cree usted que tal obra va a quedar, que este o aquel escritor merece el lugar que ocupa?», «¿quién, de X o Y, sobrevivirá, cuál de los dos es más grande?». Las evaluaciones de ese tipo le
    exasperan y deprimen. «¿A qué viene eso?», me dijo tras una cena particularmente penosa en la que la discusión degeneró en una grotesca versión del Juicio Final. El evita hablar de sus libros y de sus obras de teatro; no le interesan los obstáculos superados sino los futuros: se identifica totalmente con lo que está escribiendo en cada momento. Si se le pregunta por una de sus obras de teatro, no hablará del fondo, de la significación, sino de la interpretación, de la que imagina hasta los mínimos detalles, cada minuto de la representación, cada segundo casi. No olvidaré fácilmente el brío con el que me explicó un día las exigencias que debe satisfacer la actriz que quiera interpretar Not I, donde una voz jadeante domina sola el espacio y acaba sustituyéndolo. ¡Qué brillo en sus ojos cuando veía esa boca ínfima y sin embargo invasora, omnipresente! Parecía estar asistiendo a su última metamorfosis, al supremo hundimiento de la Pitia..." CIORAN HABLANDO DE BECKETT

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  2. E. Cioran era amigo de Beckett y su testimonio es una de las luces más potentes para enfocar lúcidamente al gran escritor irlandés:
    "Si fuese como sus personajes, si no hubiese conocido el menor éxito, sería exactamente el mismo. Da la impresión de no desear en absoluto afirmarse, de ser tan ajeno a la idea de un triunfo como a la de fracaso. «Qué difícil es descifrarle, qué personaje...», me digo cada vez que pienso en él. En el caso improbable de que no escondiese ningún secreto, seguiría teniendo a mis ojos aspecto de Impenetrable.
    Desde que conozco a Beckett, me he preguntado con frecuencia (interrogación obsesiva y bastante estúpida, lo reconozco) qué relación puede mantener con sus personajes. ¿Qué tienen en común? ¿Es imaginable una disparidad más radical? ¿Debemos admitir que no sólo su existencia sino también la de su propio autor flota en esa «luz de plomo» de la que se habla en Malone muere? Más de una de sus páginas me parece un monólogo de después del final de algún periodo cósmico. Sensación de penetrar en un universo póstumo, en alguna geografía soñada por un demonio liberado de todo, hasta de su desgracia.
    Desde nuestro primer encuentro, comprendí que Beckett había llegado ante lo extremo, que quizás había comenzado por ahí, por lo imposible, por lo excepcional, por el impasse.
    Y lo admirable en él es que no se ha movido de ahí, que, habiendo llegado de entrada ante el muro, persevera con el mismo valor que siempre ha demostrado: ¡la situación-límite como punto de partida, el final como advenimiento! De ahí la impresión de que su mundo, ese mundo crispado, agonizante, podría continuar indefinidamente, incluso después de que el nuestro desapareciese."
    E M CIORAN -Encuentros con Beckett

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